A principio del siglo XIX, las plumas de avestruz, los ruches y los abanicos eran las armas de seducción. Ademas, una sonrisa picara, una cintura estrecha y un busto generoso se consideraban irresistibles.
Como se muestra en la tercera imagen era tal el deseo de la mujer de verse bella que castigaban a sus cuerpos deformándolos con corsés extremadamente ceñidos. La moda del corsé duro durante muchos siglos, aunque en 1920 su reinado en el armario femenino desapareció. En este año se genero un gran cambio en la sociedad, lo cual provoca cambios de estilismos para poder afrontar la nuevas formas de vida. Aun que durante ese periodo de tiempo y los posteriores hubieron grandes cambios de estilismos no se perdieron del todo esos cánones de sensualidad, al contrario se fueron adaptando a las demandas de cada década. Un buen ejemplo se observa en la colección de Jean-Pual Gaultier de 1995.